Como uno de los premios cinematográficos profesionales más prestigiosos de China continental, el Premio Gallo de Oro ha sido durante mucho tiempo una referencia en el desarrollo del cine chino, manteniendo los más altos estándares de profesionalismo y autoridad. El festival de cine de este año, organizado conjuntamente por la Federación China de Círculos Literarios y Artísticos, la Asociación de Cine de China y el Gobierno Popular de Xiamen, volvió a ser el centro de atención.
La ceremonia inaugural fue un ejemplo de ritual, arte y diseño. A través de una rica variedad de actuaciones, que incluyeron danzas originales, musicales, recitales de poesía, ballets aéreos y canciones, junto con segmentos como "Encendiendo el Gallo de Oro", videos promocionales y recomendaciones de películas, mostró magistralmente la notable evolución del cine chino, especialmente las florecientes creaciones de los últimos años. La perfecta integración de elementos específicos de Xiamen no solo rindió homenaje a la ciudad anfitriona, sino que también subrayó su profunda conexión con el Gallo de Oro. Jóvenes talentos, como actores, directores, guionistas, cantantes y estudiantes, acapararon la atención, encarnando la vibrante energía del "cine chino juvenil".
En el centro del diseño del escenario se encontraba la miniesfera Fengyi DLB, que le confirió una dimensión impresionante. Inspirado en la identidad visual principal del festival, el escenario se diseñó utilizando la ancestral técnica de la pintura china de "extraer el significado de la forma y discernir la forma dentro del significado", infundiendo vida al símbolo del Gallo Dorado, dotándolo de una palpable vitalidad y ritmo.
La escenografía era un himno a la esencia del cine como arte de luz y sombra. Cada matiz de luz y sombra era una pincelada en un poema silencioso, con el flujo y reflujo de la iluminación proyectando un caleidoscopio de imágenes cambiantes, impregnando el espacio de...dinámicaUna cualidad casi sensible. Sesenta esferas Fengyi DLB Mini, suspendidas majestuosamente sobre el escenario, formaron parte integral de esta sinfonía visual. En armonía con el esquema de iluminación general, se transformaron en alas altísimas o en una constelación de estrellas centelleantes durante la actuación. A medida que la música subía y bajaba de volumen, el ascenso y descenso de estos puntos luminosos reflejaba la cadencia emocional de los cantantes, creando una atmósfera inmersiva y evocadora.
El diseño del escenario de varios niveles fue un estudio de precisión, con curvas que fluían con gracia, realzando la sensación de profundidad y dimensión. La forma del Gallo Dorado fue minuciosamente refinada, cada línea ajustada meticulosamente para garantizar una combinación perfecta de realismo y arte bajo el juego de la iluminación dinámica. Desde la cuidadosa selección de materiales hasta las transiciones fluidas en la dinámica escénica, cada detalle fue testimonio de la búsqueda de la perfección, ofreciendo al público un viaje inolvidable a través de un reino donde los sueños y la realidad convergían en un deslumbrante espectáculo de luces y sombras.
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